Una ermita empotrada en una cueva. Así se podría describir la ermita de Sandaili o San Elías del barrio oñatiarra de Araotz.
Pero no es sólo un lugar curioso y ancestral, que aún guarda cierto misticismo en una pileta labrada en roca que almacena el agua que discurre por la pared.
Antiguamente las vecinas de Oñati se introducían en esas aguas hasta la cintura para hacer un llamamiento a la fertilidad. Y desde Araba se acercaban en tiempo de sequía para pedir lluvias.